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V. Cerrando los espacios - La globalización y el neoliberalismo

 


Vista del reducto de Alamut. Hasan-i Sabbah, el llamado "hombre viejo de las montañas" por los invasores cristianos de las cruzadas, fue el cacique de este castillo en las montañas del noreste de Persia (hoy Alborz, Irán). Los adherentes de Hasan, musulmanes ismailis llamados aschishin (de lo que viene la palabra "asesino" [injustamente definido como alguien que come hachís]) llegaron a ser una fuerza poderosa. Los ismailis se dedicaban a una filosofía que incluía una erudición considerada herética. Fueron atacados por los musulmanes y cristianos. Alamut cayó o fue abandonado alrededor de 1256. 
Fuentes: Alamut.com; Financial Times
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Por su estructura, la ONU cierra, no abre, los espacios. Sus tareas se llevan a cabo en la luz pública. Esto no admite la existencia de intersticios en el tejido social. Hay un ejemplo claro de esto en la controversia con la ILGA. Pakistán encabezó el esfuerzo dentro de la ONU de mantener la expulsión de la ILGA. Aunque el sexo entre hombres y adolescentes es común en la región pastun de Pakistán, esa nación no quería que el tema surgiera a la vista.

 

La deshidratación de la cultura

El autor J.Z. Eglinton habla de la influencia de los poetas sufis de Irak en sus giras hasta Andalucía y las regiones de Toulouse, Languedoc y Provence en Francia: "La cantidad de los poemas persas y árabes sobre el amor de chicos tenía un efecto parecido, en general, [a de los poemas] de amor dorios y provenzales: Contribuyeron, siempre que podamos creer el libro Las mil y una noches y las costumbres de los turcos más recientes, al que el hombre común adoptara una ética permisiva con respecto al amor de los chicos". 

La globalización neoliberal parece ser la antítesis de los sufis que vagaron por Europa. Desde la conquista de América en el siglo XVI, la globalización ha sido expresada en una forma territorial de conquistas y colonización. Con el colapso del imperio de Gran Bretaña después de la segunda guerra mundial y ayudado por los grandes avances en las tecnologías de los transportes y de la comunicación, el proceso de globalización cambió para peor.  

La colonización posmoderna no tiene sitio en los intereses territoriales del estado-nación. Con el ascenso de las democracias neoliberales, estos intereses se dan más en las esferas de la economía y cultura. Como escribe Santiago Castro-Gómez, "son medios deslingüizados (el dinero y el poder)... que desterritorializan la cultura... Esto conduce, en opinión de [Jürgen] Habermas, a una deshidratación de la cultura, a una mercantilización de las relaciones humanas que amenaza por reducir la comunicación a objetivos de disciplina, producción y vigilancia".  

Los espacios antes libres pertenecen ahora a las empresas neoliberales. Noreena Hertz dice: “El viejo modelo político de Estado ha sido sustituido por una multitud de actores globales que incluyen las grandes corporaciones internacionales y los conglomerados mediáticos. Gracias a que el Estado se ha venido retirando de la esfera pública en los últimos veinte años, son las grandes corporaciones –no los gobiernos– las que dan forma al espacio público". Dice ella que según las estadísticas, la mayoría de las cien economías más fuertes son empresas, no naciones. 

La privatización de los valores y la moralidad de una parte y la privatización de la política y la economía de otra son uña y carne. Edward Herman ha notado que la privatización de los valores ha sido muy importante para los amos del neoliberalismo: "es que mediante la acentuación del individuo y el desprestigio del grupo, de la comunidad y del gobierno, es más fácil para que la comunidad empresarial ejercer su dominio, que de este modo sólo ha de hacer frente a una población atomizada". 

En las sociedades que permiten papeles variados, caben formas diversas de comportamiento. Citando al antropólogo Margaret Mead, el periodista Bill Andriette observa que cada papel tiene su velo o barrera que crea espacios en donde las prácticas que divergen de las normas pueden florecer. Pero hoy, dice Andriette, bajo el neoliberalismo, hay que contratar para el sexo y el estado lo regula.  Siendo así, los jóvenes, que no pueden hacer contratos, se excluyen.

 

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