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Las costumbres homosexuales pocas veladas de Kandahar

  Las restricciones en las relaciones con mujeres causaron una frecuencia mayor de relaciones entre hombres, dice un profesor  

  Título original:
Kandahar's Lightly Veiled Homosexual Habits; Restrictions on relations with women lead to greater prevalence of liaisons between men, a professor says  
Los Angeles Times  
3 de abril de 2002  
Por Maura Reynolds  

KANDAHAR, Afganistán  — En sus veintinueve años, Mohammed Daud ha visto las caras de quizás 200 mujeres. Unos docenas fueron miembros de su familia. Lo demás fueron miradas robados cuando no debía ser mirando, cuando las mujeres no tenían las burkas que envuelven sus rostros.  

"¿Cómo puede enamorarse de una chica si no puedes ver la cara?" pregunta. 

Daud no está casado y tiene sexo con hombres y chicos solamente. Pero se considera a sí mismo homosexual, sino no en el sentido occidental. Dice, "Me gustan a los niños pero me gustan a las chicas mejor.  Es que no podemos ver las mujeres para saber si son bellas. Pero sí podemos ver los chicos, y por eso podemos decir cuales son bellos".  

Daud, un mecánico de motocicletas, pidió que sólo se usa sus primeros dos nombres, no su apellido. Ya que no hay los talibanes, tiene un mentón afeitado y un bigote garboso y negro sobre la cara joven. Cuando habla, mueve su rodilla, una señal involuntaria de su vergüenza.  

"Son cuestiones difíciles que está preguntando", dice. "Normalmente no nos hablamos de esas cosas".

Aunque raramente se admite, la frecuencia de sexo entre hombres afganos es un secreto abierto, uno de que la mayoría de visitantes observantes dan cuenta rápida. Irónicamente, es más común aquí en Kandahar, lo cual era el corazón del movimiento puritanito talibán.   

Quizás suena raro a las personas occidentales que una sociedad tan represiva sobre el sexo tiene un nivel de actividad homosexual elevado. Pero Justin Richardson, un profesor de psiquiatría a la Universidad de Columbia [en Nueva York], dice que tal pensamiento está al revés – son precisamente las restricciones extremas en las relaciones de sexo con mujeres que ha llevado tal comportamiento a una frecuencia mayor.  

"En algunos países musulmanes donde la prohibición del coito heterosexual antes de casarse es sumamente alta –más alta que la prohibición contra el sexo entre hombres– encontrará hombres teniendo sexo con otros hombres no porque les piensen lo más atractivos de todos, sino porque les piensen lo más atractivos de las opciones limitadas que estén disponibles", dice Richardson.  

En otras palabras, el sexo entre hombres es la cara B de la segregación de las mujeres. Y quizás porque los pastunes étnicos que dominan Kandahar son los más religiosos de los grupos étnicos grandes de Afganistán, los pastunes, al decir de todas, tiene un índice de relaciones homosexuales más alto.  

Los visitantes pueden ver señales de esto. En primer lugar, los hombres afganos tender a ser más íntimos con otros hombres en público que es el costumbre  en el occidente. Se besan, están cogidos de la mano y pongan los brazos encima de uno a otro cuando están tomando té o platicando.  

Además, hay una vena fuerte de petimetre entre los varones pastunes. Muchos delinean a sus ojos con kohl, manchan sus uñas con alheña o caminan en las calles con sandalias patosas, con tacones altas.  

El amor de hombres por varones jóvenes y bellos, que son llamados halekon, es aun envuelto en la literatura pastun. Un poema popular por Syed Abdul Khaliq Agha, que murió el año pasado, toma nota la reputación especial de Kandahar.  

"Kandahar tiene halekon bellos", dice el poema. "Tienen ojos negros y cachetes blancos".  

Pero si un visitante comente de tales cosas, la gente probablemente le diría que no son señales de homosexualidad. Abrazar no significa el sexo, dice la gente local. Hombres que usan kohl y alheña son solamente pocos educados.  

Sin embargo, cuando preguntado directamente, poco niega que hay un porcentaje significante en esta región que tiene sexo con hombres y chicos. Pregunta Usted a mullah Mohammed Ibrahim, un clérigo local.

"Noventa por ciento de los hombres tienen el deseo cometer este pecado", dice el mullah. "Pero la mayoría son correcto con Dios y se controlan. Solamente de veinte a cincuenta por ciento de los que quieren  hacerlo de hecho hacerlo".  

Siguiendo la matemática del mullah, se sugiere que entre dieciocho y cuarenta y cinco por ciento de hombres aquí tiene sexo homosexual—considerablemente más alta que los tres a siete por ciento de hombres norteamericanos que, según los estudios, se identifican como homosexual.  

Eso es un numero grande para desafiar la versión estricta de Islam practicado en estos partes, lo cual denuncia sexo entre hombres como tabú. Los musulmanes buscando consejo sobre el tema de los hombres mayores en su religión los encontraran poco compasivos.  

"Todas personas tienen un diablo dentro de él", dice Ibrahim. "Si una persona comita este pecado, es trabajo del diablo".  

El Corán manda "castiga duro" por los culpables, explica el mullah. Por tradición hay tres castigos: morir en la hoguera, empujar del borde de un acantilado o ser aplastado por una pared volcada.

Durante su reino en Kandahar, el Talibán implementó la última. En febrero de 1998, usó un tanque para empujar una pared de ladrillos encima de tres hombres, dos de ellos acusados de sodomía y el tercer de la violación homosexual. Los primeros dos murieron; el tercer pasó una semana en el hospital, y, debajo la suposición que Dios lo salvó, fue encarcelado. Quedó seis meses y huyó a Pakistán.  

Aparentemente para desalentar visitantes, los dueños de una casa que está cerca han empezado construir una nueva estructura en el sitio.  

"Muchos extranjeros venían y empezaban entrevistar la gente", dice Abdul Baser, un vecino de 24 años, indicando la trinchera en donde los hombres fueron aplastados. "Desde entonces han reconstruido la pared".

Pero muchos acusan a los talibanes de hipocresía sobre la tema de homosexualidad.  

"Los talibanes tenían halekon, pero guardaban secreto", dice un comandante opuesto a los talibanes, sobre que se rumore que tiene él dos halekon. "Escondieron los halekon en sus madrasas", o escuelas religiosas.  

No sólo las autoridades religiosas describen el sexo homosexual como común dentro del Pastun.

Dr. Mohammed Nasem Zafar, un profesor al Colegio Medico de Kandahar, calcula que alrededor de 50 por ciento de los residentes varones de la ciudad han tenido sexo con hombres o chicos. Dice que la edad preferida por los hombres es entre doce y dieciséis años – antes que crecen sus barbas. A veces los adolescentes tienen problemas médicos, los cuales él atiende en su clínica, como enfermedades sexuales e incontinencia de esfínter. Hasta ahora, dijo el médico, el SIDA no parece ser una problema en Afganistán, probablemente porque el país es tan aislado.  

"Algunas veces, cuando crece un halekon, el hombre trata mantenerlo en la familia para casarle con una hija", dice el doctor.  

Zafar menciona que descubrió a un mullah local teniendo sexo con un hombre menor sobre la mesa de examen. "¿Si éste es el mullah de nosotros, que se pueda decir de lo demás?" pregunta Zafar.  

El profesor de psiquiatría Richardson dice que sería error llamar los varones afganos "homosexuales" ya que la decisión tener sexo con hombres no es de lo cual la gente del occidente llama identidad de sexo. A su vez, les comparece a reclusos en una carel: tienen sexo con hombres principalmente porque están en una situación donde los hombres son más disponibles que las mujeres para ser parejas de sexo.  

"Es algo que hacen", nota, "no algo que son".  

Daud, el mecánico de motocicletas, está de acuerdo de que la segregación de mujeres está al fondo de la cuestión.  

Dice Daud que su primera experiencia con un hombre ocurrió cundo tuvo veinte años, cerca del momento cuando se dio cuenta que sería difícil casarse. En la cultura pastun, el hombre tiene que pagar por la boda, y por los regalos y vestidos por la novia y su familia. Por muchos, la cuenta llega a $5,000 dólares—una suma tan exorbitante en este país pobre que algunos, inclusivo Daud, son disuadidos de intentar.  

"Me gustaría ser casado, pero la situación económica en nuestro país lo hace difícil", dice Daud.  

Daud habló de sus prácticas sexuales solamente en privado y con la garantía de ningunas fotos serían tomados de él.  

"Tengo relaciones con chicos diferentes – algunos por seis meses, algunos por un mes. Algunos están conmigo por seis años", dice. "También el problema es el dinero. Si quieres una relación con un chico, tendrá comprarle cosas. Eso es porque no resulta malo por el chico. Algunas relaciones necesitan mucho dinero, algunos no tanto. Algunas veces reparo una motocicleta y lo doy a él como un regalo".  

No es fácil manejar aventuras homosexuales, admite. Hacerles a casa es imposible.  

"Si me padre fuera encontrarme, me correría", dice Daud. "Si quieres tener sexo, hay que encontrar un lugar secreto. Algunos van a los montañas o al desierto". 

Es cuestión de opiniones si las practicas homosexuales en Kandahar son más abiertas o más cerradas desde que los talibanes fueron derrotados.  

Por ejemplo, después de que las fuerzas contra los talibanes llegaran a la ciudad en el mes de diciembre, alguna gente occidental reportó que los comandantes pasaron por la ciudad abiertamente con sus halekon. Pero eso cambió hace unas pocas semanas desde que el nuevo gobernador, Gul Agha Shirzai, dictó un orden prohibiendo a los chicos menores de dieciocho años vivir con las tropas. Dice oficialmente que la prohibición sirve par terminar la costumbre de usar niños como soldados.  

"No es así", dice uno de los ayudantes principales del gobernador, el ingeniero Yusuf Pashtun, que toma excepción a la insinuación de que los chicos fueron usados por sexo. El orden del gobernador dijo solamente que "ningunos chicos deben ser reclutados dentro del ejercito antes de los dieciocho  años", añade.  

Sin embargo, el comandante contra el Talibán, quien es cerca a Shirzai, admitió que un objetivo del orden fue mantener los halekon fuera de los cuarteles. Dice que lleva a nada mas que la práctica ya está escondida.  

Zafar, el médico, dice que en la comunidad, el asusto del Talibán fue la causa de muchos hombres se abstuvieron. "Debajo el Talibán, no más que diez por ciento practicaba el sexo homosexual", dice. "Pero ya que el gobierno no lo hace caso, es posible que regrese a cincuenta por ciento".  

Pero Daud piensa que el contrario ocurrirá. Si regresa la enseñanza mixta y si las reglas de vestimenta por las mujeres aflojan, los hombres tendrán menos razones buscar el consuelo en las camas –o campos o almacenes– con otros hombres.  

 "Y por mi parte, si encuentro a alguien y si veo que es bella, enviaré mi madre" a ella para pedir permiso casarla, dice Daud. "Sólo estoy esperando verla".  

Hace poco que Reynolds fue asignado a Kandahar.

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