Duvert, Tony; El erotismo de los demás
Durante el debate que han provocado las producciones pornográficas, alguien citó esta frase, cuyo autor desconozco: «La pornografía es el erotismo de los demás». ...
El erotismo mayoritario, al tener como rasgo principal su belleza, todo fealdad, vulgaridad, necedad, obscenidad sin fundamento, en la representación de la sexualidad, nos advierte de que no se trata de la nuestra, sino de la de los X. ...
Nos toca a nosotros emanciparnos de los clichés y de las ilusiones que nuestro adiestramiento sexual y nuestras frustraciones han producido. La expresión de la sexualidad no tiene por qué ser bonita o fea, elaborada o inculta, genial o idiota, sino que ha de convertirse en el libre discurso del deseo auténticamente experimentado, y no ya la escenificación del erotismo con el que soñamos cuando nos privan del derecho a experimentar ninguno.
Anónimo; Sobre mujeres, amor y otras cosas
Un niño desnudo provoca sentimientos de amor y de simpatía. Pero eso es precisamente lo que no quieren las fuerzas oscuras. Su objetivo es que los niños reciban tan poco amor como sea posible. Sólo entonces crecerán siendo salvajes y crueles. ...
A los que luchan contra la desnudez infantil les caracteriza una extraordinaria crueldad, síntoma propio a todos los oscurantistas. No se detienen ante nada a la hora de obligar a otras personas a vivir según su moral. ...
Los niños (y especialmente las niñas) necesitan ser amados. Porque si durante su infancia reciben suficiente amor y caricias por parte de los adultos, crecerán siendo bondadosos, tranquilos y felices y podrán, a su vez, criar a niños como ellos. Y eso acercará el advenimiento de una era de felicidad.
Si un niño no recibe suficiente amor, no se desarrolla correctamente y hasta puede enfermar física y mentalmente. ...
La necesidad de ser amado es la necesidad psicológica más profunda de un niño. Y no sólo necesita amor emocional, no sólo necesita palabras de amor, sino también dulces caricias, besos... Las normas morales contemporáneas permiten sólo de manera muy limitada que los adultos (sólo los padres) acaricien a los niños.